Quiero poder recordarte una mañana como esta, cuando me dijeron que este mundo dejabas. Cuando me hablaban tan inconcluso de algo tan cierto, y que tanto intuía.
A veces me impresiona el poder conmoverme.
A veces me hago fuerte detrás de un blanco uniforme, que aun mas expone mi humanidad.
A veces me involucro y en poco rato.
Es que yo se que vos me entendías, tus ojos -idos de paz- leían los míos a cada momento.
Y hablábamos de vicios mientras tu suero goteaba lento, y nuestras almas -fuerte-.
Y hablábamos de amor, mientras vos lo sentías y yo lo pensaba.
Y somos parecidos –en lo errado- y –en lo terco-.
Y un Cura decía huevadas en la tele acerca de un muerto, y vos me contabas un cuento parecido pero al revés.
Y planeábamos salir de la sala en una silla, solo a satisfacer el vicio; solo a tomar aire.
Y todo fue tan natural, que los guardapolvos blancos por 2 largas horas no existieron.
Y acomodabas tu almohada, pidiéndome ayuda, y nos reíamos juntos de la locura vivida.
Yo te hablaba de dosis de morfina y vos me contabas de líneas de polvo blanco y todo parecía lo mismo.
Y me contaste de tu larga soledad, y por momentos me vi Solo, pero sabia que algo había.
Y yo te contaba de mujeres y vos de hombres, y nos contamos 2 lejanas historias.
Y el fútbol no pudo unirnos, y la tele tampoco.
Pero algo nos unía: una pacifica espera, la de encontrarnos algún día.
lunes, 5 de abril de 2010
Una pacifica espera, la de encontrarnos algún día
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